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Chatima es madre trabajadora de tres hijos. Ella y su marido, afincados en Atlanta, disfrutan viajando, pasando tiempo con la familia, comiendo fuera, viendo el fútbol y el béisbol y haciendo proyectos caseros.
Siempre había pensado en ser madre de alquiler para una querida amiga mía que no puede gestar ella misma. Cuando decidió que ya no quería tener hijos, me olvidé de la gestación subrogada hasta que otra amiga terminó su propio viaje de gestación subrogada y me puse en contacto con ella para obtener más información. Con mis propios problemas de fertilidad y sabiendo lo que se siente, quería ayudar a otra persona a hacer realidad su sueño de tener sus propios hijos.
Busqué en las páginas web de varias agencias, pero me encantó cómo CFC describía el proceso para las madres de alquiler en su página web. Después de ponerme en contacto con ellos y saber que muchos de sus empleados habían sido madres de alquiler, sentí que estaba en buenas manos... ¡y así era!
Mi embarazo subrogado fue como todos mis otros embarazos, con la excepción de los medicamentos antes de la transferencia. Esta vez tuve menos náuseas matutinas y recibí mucha más atención porque todo el mundo se sorprendía de que fuera una madre de alquiler. El viaje fue increíble sobre todo gracias a CFC. Mis gestores estuvieron muy atentos antes, durante e incluso después del embarazo. Siempre me preguntaban cómo estaba y nunca me sentí como en una incubadora.
Ver por primera vez a mis IP entusiasmados con su bebé me hizo sentir muy bien. Me recordó por qué emprendí este viaje y por qué la subrogación es un regalo tan increíble.
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